sábado, 26 de febrero de 2022

Guerra a la guerra [I].


Poder e inversión de Clausewitz: El concepto de guerra en Foucault.

 “… en una situación tan peligrosa como la guerra los peores errores son los que alimentan los buenos sentimientos”.
Carl von Clausewitz

El análisis del poder realizado por Foucault en su Curso [*] en el Collège de France entre los años 1975–76 se desarrolló en el ámbito jurídico, en referencia al campo económico y finalmente en la inversión del aforismo de Clausewitz y sus consecuencias.
La guerra, la política y el derecho son tres nociones que se encuentran inscritas dentro de las relaciones de poder. Por ello, el derecho como una cierta manera de continuar la guerra, fue otra afirmación que también se analizó en el citado curso. Hay que resaltar que el uso que hizo Foucault del concepto de la guerra difiere de las tesis clásicas y puede ser considerado una desconstrucción del concepto mismo.
Debe tenerse en cuenta que en Foucault, la manera de confrontar los conceptos no es a partir de su definición teórica, sino a partir de ver cómo operan, qué efectos producen y qué relaciones establecen. Así, Foucault propuso invertir la máxima de Clausewitz a una aseveración más controvertida, pero más apegada a la dinámica social: «la política es la continuación de la guerra por otros medios».
Esa afirmación tenía para Foucault tres implicaciones. Primero, que las relaciones de poder no son abstractas, sino que son el resultado de relaciones de fuerza concretas en un momento histórico determinado. Segundo, que las modificaciones de las relaciones de fuerza relativas al poder, en un sistema político, deberían ser interpretadas sólo como la continuación de la guerra. Y tercero, que la política es la derrota de una forma de hacer la guerra y la última batalla sería el fin de la política y suspendería el ejercicio del poder como guerra continua.
Dichas cuestiones deben responder a una serie de cuestionamientos. Así, desde el punto de vista foucaultiano serían cinco los postulados clásicos sobre el análisis del poder que deben ser negados y replanteados: 1) el de propiedad (el poder es algo que poseen las clases dominantes). 2) el de localización (el poder se encuentra contenido en el Estado). 3) el de subordinación (el poder está subordinado a estructuras económicas). 4) el de los modos de acción (el poder como algo que reprime pero que no produce) y 5) el de legalidad (el poder del Estado se expresa mediante la ley).

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I
La política tuvo que buscar la continuación de las relaciones de dominación ganadas en la guerra. La política entonces deja de ser el arte del gobierno del Estado para adquirir una función bien distinta, que dicha política mantenga las relaciones de dominación previamente establecidas. El poder político surgido de la guerra tiene la función de sostener las relaciones de poder y dominación que se daban en ella y que conducen a la posibilidad de que la política sustituya la guerra, con la condición de perpetuar, las ventajas adquiridas durante el conflicto.
Otra alternativa sería la de guerra-represión. Se podrá advertir que nos encontramos frente a la potente conjetura de que el mecanismo del poder sería la represión y el fondo de la relación de poder sería el enfrentamiento belicoso de las fuerzas. La hipótesis represiva se encuentra anclada en una tradición según la cual el poder es restrictivo, negativo y coercitivo. Eso supone que el poder se ejerce y sólo existe en acto. Además así, el poder es esencialmente lo que reprime. En esa hipótesis el papel del poder político sería reinscribir perpetuamente una relación de fuerza por medio de una especie de guerra silenciosa. Vale decir que la política sería la sanción del desequilibrio de fuerzas manifestado en la guerra y entonces, también las luchas políticas, los enfrentamientos con el poder por el poder, las modificaciones de las relaciones de fuerza en un sistema político, no deberían interpretarse sino como las secuelas de la guerra.
En el sistema democrático, cada una de sus instituciones reproduce las tácticas y las estrategias para seguir con las formas de dominación. Así el derecho, porque es necesaria la existencia de un sistema de normas con carácter impositivo que permita sostener las desigualdades y las exclusiones dentro de un orden de legitimidad. El derecho se convierte en el instrumento necesario de la política para restablecer el orden de estabilidad social y de deber ser surgidos en el momento del cese de hostilidades.
Pensar las relaciones de poder en estos términos es una manera de confrontar la vieja tesis de la filosofía del siglo XVIII según la cual el poder se articula como derecho originario que se cede y constituye la soberanía. La teoría jurídica clásica del poder, considera a éste como un derecho similar a un bien –que sería todo aquello que satisface una necesidad y por el que cualquiera está dispuesto a pagar un precio-, que se puede transferir o enajenar mediante un acto fundador de derecho. El poder sería el poder concreto que todo individuo posee y que cede para constituir una soberanía política. La constitución del poder político se hace, así, según una operación jurídica que sería del orden del intercambio contractual. El poder así constituido corre el riesgo de hacerse opresión cuando va más allá de los términos del contrato.

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[sigue]

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