martes, 1 de marzo de 2022

Guerra a la guerra [y IV].


[continúa]

IV
Así pues, la hegemonía sólo podrá transcurrir y existir mediante la producción de localidad, mediante globalismos localizados la dominación no se presenta en una sola dirección y con una única lógica, se territorializa y se materializa de diversas maneras con una lógica global, reocupando posiciones estratégicas que la guerra perpetua y su conquista originaria han expropiado del ámbito de la vida misma.
El triunfo del espacio estratégico capitalista a nivel global es indiscutible. Sin embargo, toda guerra siempre encuentra y/o engendra sus resistencias. En la lógica de la guerra, ante una guerra que ocupa posiciones estratégicas, la mayor posibilidad de victoria se da en el ámbito de lo concreto, del punto estratégico que sostiene a toda la arquitectura del espacio hegemónico.
En cuanto a la noción de la guerra, Foucault piensa que detrás de todas las instituciones, detrás de todas las formas de Estado y de las distintas expresiones del derecho, es posible que haya una guerra primitiva y permanente. Dicho de otra manera: "El poder es una guerra continuada por otros medios que las armas o las batallas".
La pregunta de que si la política es la continuación de la guerra, ésta desaparece o se diluye en la práctica política, ya no se formulará desde la guerra, sino desde la política, desde las relaciones de poder. Dentro de las instituciones se presentan conflictos que se transforman en otros nuevos conflictos. La guerra será vista de otra manera, como la forma que la política utiliza para evitar el conflicto y la confrontación.
Pero hay que tener en cuenta que el conflicto no se resuelve en tanto que conflicto, lo que se transforman son los elementos constitutivos de ese conflicto y, de esta manera, el conflicto cambia y las relaciones de poder se transforman.
Definitivamente, la política sería otra forma de hacer la guerra. Sin embargo, para la guerra lo mejor es un triunfo definitivo. Que se dé una última batalla y desaparezca la política. Sería el fin de la política y con ella el fin de la libertad.
La guerra, entonces, es el final de la política, la guerra acaba la política, lo que se busca con la guerra es la destrucción de la política. Pero no podemos separar la relación de poder y libertad. La desaparición del conflicto supone que solamente el vencedor impone las condiciones sin ninguna concesión, de esta manera el vencido pierde las posibilidades de participar en el mundo unilateral propuesto por el vencedor.
Por lo tanto, la guerra no es entonces la continuación de la política, ni la política sería la continuación de la guerra, porque en cualquiera de sus dos maneras lo que se busca con la guerra es terminar con la política y con las relaciones de poder. De esta manera, el concepto de guerra pierde su importancia para explicar la política, puesto que la guerra no puede existir sin la política, aunque sea lo que quiera destruir. En cambio, la política sí existe sin la guerra y las relaciones de poder y dominación lo que buscan es generar nuevas y diversas formas de ejercicio de la política.
En última instancia, se trata de observar que aquel aparato hegemónico que en lo abstracto se percibe como algo impenetrable, indestructible, fuera de todo alcance humano, en realidad es altamente dependiente de una serie de relaciones concretas que, como tal, transcurren en lo cotidiano de la vida social. Y las posibilidades de emancipación, así, están mucho más cerca de lo que los sentidos comunes y las visiones de mundo dominantes nos han hecho creer. Se trata, afirma Foucault, de «tomar como punto de partida formas de resistencia contra los diferentes tipos de poder… utilizar esta resistencia como un catalizador… que permita poner en evidencia las relaciones de poder… [y] analizar el poder a través del enfrentamiento de las estrategias».
En el espacio estratégico pues, la conformación de nuevos espacios con lógicas no-capitalistas de articulación y acción y con el claro sentido de subvertir la normalidad y la regularidad que permitan que la política continúe siendo la guerra por otros medios, es hoy un imperativo para la emancipación.
 La reapropiación de la política desde un sentido democrático y la solidaridad como principio articulador de la acción, serían un buen comienzo.

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[*] Foucault, Michel.- Il faut défendre la société. Cours au Collège de France (1975-76). Ed. Gallimard-Seuil. Paris, 1997.

Otras fuentes:
  y


 Nota: Todas las imágenes han sido obtenidas de https://www.google.es/

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