viernes, 16 de septiembre de 2016

La supervivencia de las luciérnagas.

 
[by Google]

Oyendo en la radio cantar a Domenico Modugno el tema introductorio, debido a Ennio Morricone, de la película de hace 50 años ‘Uccellacci e uccellini’ de P. P. Pasolini, he recordado que en un anterior suplemento de El Cultural, en una entrevista, Sanchis Sinisterra recomendaba al presidente del gobierno leer el opúsculo de Didi-Huberman de título supraescrito (*).
Dudo que le interesara saber a un presidente que, a pesar de lo que escribió Pasolini y ha planteado en otros términos G. Agamben, todavía se pueden observar los pequeños resplandores de las ‘luciérnagas’ que  hacen frente a las potentes luces del poder. A pesar de su declive en la cultura contemporánea no se ha producido su desaparición, “…es la expiración misma de la luz la que nos resulta todavía visible…” [D.-H.]. Hay que saber verlas en cualesquiera de las imágenes que supongan esperanza para pensar una resistencia contra la indiferenciación cultural porque hay espacios intersticiales pese a todo.
Pasolini puso de manifiesto en sus Escritos corsarios que sobre las ruinas del antiguo fascismo, al que se había podido resistir, ha renacido en nuestros días un nuevo ‘fascismo’ (o nuevos fascismos) al que la adhesión a sus modelos culturales es incondicional. Los reflectores (la televisión entre ellos) han ocupado todo el espacio social en esta época de dictadura consumista y las pequeñas luciérnagas han desaparecido. La industria cultural se ha apoderado hasta de los cuerpos (y su eros) incorporándolos a los circuitos de consumo. Lo resume A. Brossat: “La cultura no es ya lo que nos defiende de la barbarie (…), es ese medio mismo en el que prosperan las formas inteligentes de la nueva barbarie”. En las sociedades de control no existe ya comunidad viva y de ahí la desesperación política de Pasolini.
Agamben, filósofo de lo paradigmático, convierte imágenes en arqueología cogiendo a contrapelo el curso  de la historia, en un pensamiento que no busca tomar partido sino interrogar a lo contemporáneo a partir de sus supervivencias. Para él, el hombre contemporáneo ha sido desposeído de experiencia, los acontecimientos no se le mutan en experiencia, la incapacidad de transmitir experiencias es su propia condición y esto hace insoportable la vida cotidiana en la que toda transformación será pensada como destrucción. Las supervivencias no prometen resurrección, no son sino resplandores pasajeros en medio de las tinieblas.
El pequeño resplandor pasajero, intermitente, de la historia remeda el de una imagen dialéctica [W. Benjamin]. Y la imaginación no es más que ese trabajo productor de imágenes para el pensamiento. La imaginación como supervivencia, pues. Lo que puede haber desaparecido es la capacidad de ver lo reminiscente, una luz (de  luciérnaga) para todo el pensamiento.
Lo que desaparece con la luz del poder es el resplandor del contrapoder. En el mundo contemporáneo la mercancía y el capital asumen la forma mediática de la imagen. Se genera una sensación de angustia ante la proliferación de imágenes como vehículo de propaganda que reducen los cuerpos a procesos de sometimiento. El paradigma de Agamben ha perdido su potencia de excepción, de protesta en acción, su capacidad de transformación.
Pero en un horizonte que parece ofuscado por el poder, la imagen se revela capaz de franquear ese horizonte del pasado de las construcciones totalitarias. “Nada de lo que jamás haya sucedido se ha perdido para la historia” [W. B.]. Organizar el horizonte: descubrir un espacio de imágenes o configuraciones de pensamiento alternativas. Cuerpos luminosos fugaces en la noche. Luciérnagas más o menos discretas. Supervivencia de las imágenes cuando la supervivencia se halla comprometida. Resistencia del pensamiento a la destrucción de la experiencia. Y es que, como sugiere H. Arendt, el sentido de una acción se revela cuando se ha convertido en historia narrable.
¿Han desaparecido las luciérnagas? Algunas nos rozan en la oscuridad, otras se han ido a formar en otras partes su deseo compartido.


* [Didi-Huberman, G. (2012).- Supervivencia de las luciérnagas. Ed. Abada, Madrid].



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