miércoles, 23 de noviembre de 2016

Claro, Clarasó.


CUARTO CRECIENTE, LUNA LLENA, CUARTO MENGUANTE.
 NOEL CLARASÓ 

"Los hombres y las mujeres no necesitan en absoluto quedarse solteros para ser felices ni casarse para ser desgraciados pero debido a la circunstancia de que cuando se casa un hombre siempre se casa una mujer y viceversa, la lectura de este libro es recomendable para los casados, hombres o mujeres, que pueden mirarse en él y para los solteros que pueden mirarse en el espejo, cosa que ya hacen y siguen haciendo después de ingresar en el matrimonio, con lo que queda demostrada la perdurabilidad de la naturaleza humana a través de las instituciones". 


Plan general de la obra.-

"Este libro está dividido en quince capítulos, numerados con cifras romanas, del uno al quince, o sea del I al XV.
Dentro de cada capítulo se han hecho varias subdivisiones, para la mayor claridad en la exposición de los hechos, numeradas con guarismos más pequeñitos que los de los capítulos. Esta segunda numeración no es continua desde el principio hasta el fin del libro: empieza por el 1 en cada capítulo y acaba con el número correspondiente.
Cada capítulo lleva su correspondiente subtítulo, por puro alarde de facultades. El autor ha oído decir algunas veces que era más difícil encontrar un título que escribir un libro, y, para demostrar que sabe vencer dificultades, en un solo libro usa dieciséis títulos.
Antes del texto de cada capítulo (que es la parte esencial del mismo) se encuentran, como preliminares, un Apólogo y seis parrafitos. El apólogo (del griego apólogos relato, cuento; no del griego apos, fuera, y logos, palabra, lengua; ni del griego apos, sin, y logos, razón. Las desinencias griegas han dado lugar, con letras iguales, a sentidos diversos, debido a que el griego es una lengua muerta y no puede crear una desinencia nueva para cada una de nuestras palabras. Apocado procede de apos, sin, y cados, empuje, arrojo. Si siempre se establecieran con precisión las etimologías de las palabras que se usan, los libros serían un poquito más largos, pero no podría haber dudas respecto de su significado). El apólogo (lo repito porque se ha quedado muy lejos) no tiene que ver nada con el argumento del libro. Pero su lectura contribuirá a formar en el ánimo un estado propicio para identificarse con el sentido del texto. Si algún lector ocupado (en otras cosas) sólo quiere leer los apólogos, no se enterará del contenido del texto, pero no habrá perdido el tiempo o, por lo menos, tanto tiempo como los que lo lean todo.
 A los apólogos, siguen seis parrafitos en forma de sentencias o «busilismos» (1). Tres de ellos convienen a un hombre feliz y los otros tres a un hombre desgraciado.
Ser feliz o ser desgraciado no depende exclusivamente de haber sido o no agraciado con uno de los premios gordos de la lotería. La felicidad y la desgracia son estados crónicos del alma que sitúan a los sujetos en planos distintos y les suministran prismas o puntos de vista personales también distintos. Por ejemplo: si un hombre feliz hereda, se alegra de su buena estrella; si hereda un hombre desgraciado, se lamenta de que no haya heredado otro.
Al principio del libro se ha puesto una lista de personajes por orden de aparición, para que el lector empiece a trabar conocimiento con ellos y sepa con quién se las ha de entender. Si algún personaje no le es simpático, puede suprimir los trozos donde él interviene.
Al final hay un epílogo en donde se examina la relación íntima de este libro con otros dos de inmediata publicación, que serán mucho más entretenidos porque el autor habrá aprendido un poquito más a escribir libros". 

El autor.-

"Antes de ser escritor Noel Clarasó ha sido estudiante, buzo, conserje de hotel y domador de fieras. Hijo de una familia muy incomodada (con él, por sus rarezas) nació casualmente en Alejandría hace algunos años. Pero le llevaron a España en un barco de carga antes de que sobrepasara el peso autorizado como equipaje por persona. Empezó a escribir a los seis años, aunque no publicó su primer libro hasta pasado algún tiempo. Ha estudiado en las Universidades de Madrid, Salamanca, Zaragoza Compostela y Barcelona y aunque no ha logrado doctorarse en ninguna, ha podido conocer de cerca los ambientes más dispares de nuestra patria. Terminados sus estudios, ha viajado por casi todo el mundo sin enterarse de nada, cosa que ahora lamenta mucho, pues según él mismo confiesa, se ve obligado a buscar la documentación en los libros de viajes ajenos. Su tendencia a tratar temas matrimoniales se debe quizás a que se ha casado cuatro veces, tres de ellas con muy mala fortuna".


* * *

(1) "Esta es la primera vez que aparece la palabra "busilismo". No se sabe cuándo la aceptará la Academia de la lengua, pero ya desde este instante ella, la palabra, lucha con todas sus fuerzas Contra los cincuenta señores académicos, para introducirse en el Diccionario entre "busilis" y "buso", que es el sitio que le corresponde por alfabetización. El BUSILlSMO es de hoy en adelante, "la expresión breve y simplificada de una verdad como un templo". Nada más, ni nada menos. Las máximas pueden interpretarse y ser ciertas en un sentido, y en otro. El busilismo es cierto siempre y no admite interpretaciones ni filigranas. Es la lógica pura convertida en literatura sentimental. En el fondo, nada hay más sentimental que la verdad. Una mentira poética llena el alma de dulces veladuras, pero sólo una verdad claramente expresada penetra como un dardo en el pensamiento. Ejemplo: "Usted parece un imbécil, pero lo es mucho más de lo que parece". ¿Qué fibra no se conmueve? Si existe alguna debe de ser una fibra vegetal" [N. C.].


[a petición de Z.]

 

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